Bloated Pointer

Escrito en verano de 2023.

    

Los fumones románticos

Si se pudiera simplemente responder fumar, ay qué fácil sería. Fumando, he estado todo el día fumando. Comí dos veces, y poco. Últimamente apenas como. Prefiero fumar. Y cómo fumo. Y lo bien que fumo. Soy un fumador modelo. Deberían pagarme por ello. Y para ello. Modelo de Marlboro. Y entonces la gente de Lucky Strike se interesaría por mí y me harían un contrato de exclusividad. Y a mí me costaría dejar de fumar Marlbroro para empezar a fumar Lucky Strike. Pero lo haría. Y me mandarían a Delhi de viaje de negocios. A una convención de fumadores. En la India se fuma mucho. Y en Japón. Así el tabaco me daría para vivir aunque me matase. Ahora solo me mata. Y me quita el hambre. Hay una relación estrechísima entre romanticismo y tabaquismo. Pienso en los intelectuales del XX. Franceses fumando con el cigarrillo entre los dedos corazón y anular. Existencialistas. Jóvenes militantes de ideas en absoluto racionales. Generales del ejército. Soldados atrincherados. Trompetistas, cellistas, baterías de free jazz, de cool jazz, profesores de teoría de la literatura, maquinistas, faquires, tragafuegos, tragasables, loteros, fotógrafos de guerra, fotógrafos de calle, de casa, de ascensor, poqueros, chulos con sus putas, padrotes con sus hijotas, camareros, chefs, mozos de almacén, becarios, notarios, becarios de notarios, curadores de museo, curanderos africanos, baristas, street performers, el hombre de hierro, el oficinista congelado en el tiempo, el malabarista del semáforo, las monedas en la mano del pobre, el abrigo andrajoso del refugiado, el olor agrio de la fruta podrida, la nobleza simple en la mirada de la lavandera, la simpatía del puestero de castañas, la palabra "moniatos" escrita en su pizarra, el diputado de Vox de mi pueblo, que se llama Willy y se hace llamar el "azote del pueblo", que me contó que su hijo le salvó la vida cuando cayó inconsciente al lecho del mar y su hijo se tiró de cabeza y no le alcanzó y se volvió a tirar y, cogiéndole de los pelos lo arrastró a la superficie salvándole la vida, y la angustia que le entra a uno cuando vuelve al tráfico tras pasar dos días en Jóncols, donde todo es apacible y no existe la prisa, y hay un orden natural donde todo estímulo, movimiento, gesto, fenómeno, se espacia y encuentra su lugar preciso, tal y como si hubiera cruzado un océano de tiempo para insertarse y establecerse, y todo esto tan ajeno a uno que uno intuye que no podría cambiarlo ni aunque quisiera y se limita a la acomodación de los sentidos, y eso que se dice de que has entendido algo si eres capaz de explicarlo con tus propias palabras, y de cómo creo que no soy capaz de explicar absolutamente o prácticamente nada, y de cómo creo que si algo me define es un verso de Martín Adán dado la vuelta: "nací en una ciudad. No sé ver el campo", pues nací en el campo, no sé ver la ciudad, y seguramente mis empeños en verla, o en aprender e instruirme en cómo empezar a verla hayan fracasado y cómo, tal vez, estos esfuerzos hayan sido del todo contraproducentes, y la ciudad es indómita, no se resigna a la cabalgadura ni se somete al entendimiento del hombre o mujer que no la ha entendido ya, de sopetón, instintivamente, y de que tal vez ya sea demasiado tarde o yo demasiado lento, como el sexo lento, que al principio eleva y luego aburre, y el ensimismamiento de los afters, un ambiente muy curioso y concreto, regido por unas normas casi sobrenaturales, pero con un funcionamiento interno tan rígido, calculado y natural como el de una máquina cuidadosamente lubricada (acaso el correlato conductual de la droga), en fin, en los afters uno está más para dentro que para fuera, y paradójicamente más cercano a los demás que en cualquier otro contexto, salvo quizás por los despertares, de modo que a uno le sale su estado interior a cada frase, su diálogo consigo mismo es su diálogo con su interlocutor, las emociones a flor de piel, mientras vayas echando eso va tirando, como ramas al fuego, y su ánimo es total e irremediablemente contagioso. Uno debe poner de su parte para que no se caiga el techo encima de las cabezas. Uno puede provocar la caída del techo encima de las cabezas con un solo gesto, pero se cuestiona y luego dónde vamos, qué nos queda, y no nos queda nada. Uno es un sastre y el traje es la noche, que a menudo toma forma de sima vaporosa o de cementerio, y el único cometido es remendar ese traje hasta que su rigidez dificulte tanto el movimiento que paralice, y es cuando paraliza cuando puedes ver a tu fantasma entretenido a tu lado, y te sugiere pensamientos del todo acertados sin embargo nada convenientes, pensamientos relacionados con el eterno retorno o con la dictadura del garrote y el dinero, y es cuando ves la locura de una muchacha brotarle de las sienes y sientes pena por ella y por su fantasma divirtiéndose en este inocente juego de niños tontos y no puedes hacer más que irte cuando es el momento de irse. Ha sido el verano de éxtasis. Literal y figurado. He bailado más en cuatro meses que en toda mi vida. Terminar "los detectives" me dios unas ganas tremendas de follar, de reír, de besar, de vivir un día más. Así que me bañé. El agua estaba tan fría que ardía. Nadé un poco y me sequé al sol, le di un beso a Ana y pensé en varias cosas Bolaño y no Bolaño. En que "los detectives" trata de la melancolía joven. Todo está dispuesto, al alcance de nuestras breves existencias, sin embargo nuestra ingenuidad no opaca nuestra melancolía, que cada vez es más grande porque cada vez nos alejamos más y más y vamos entrando sin quererlo en espirales concéntricas, y no podemos escapar de nuestro destino, que es bello y trágico y enternecedor y el consuelo definitivo, pero al que llegaremos enfebrecidos. Ganas de coger toda la noche, de engullirla para olvidar que tenemos las venas llenas de miedo. Nuestras miradas, eso sí, siempre fijas, valientes y puestas sobre el camino. En que en su Discurso de Caracas: "¿Qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr por el borde del precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras que uno quiere, las sonrientes caras que uno quiere, y los libros, y los amigos, y la comida. Y aceptar esa evidencia aunque a veces nos pese más que la losa que cubre los restos de todos los escritores muertos. La literatura, como diría una folclórica andaluza, es un peligro". En algo García Madero: "Comí sentado en la cocina, en silencio, pensando en el futuro. Vi tornados, huracanes, maremotos, incendios. Después lavé la sartén, el plato, los cubiertos, recogí las migas y descorrí el pestillo de la puerta que daba al patio. Antes de salir, apagué la luz". Jaja. Me pasa. "23 de diciembre Hoy no pasó nada. Y si pasó algo es mejor callarlo, pues no lo entendí". En que no hay nada detrás de la ventana más que el vacío que hemos estado persiguiendo.

En algo Angélica Freitas: "X no debías casarte con alguien que no te lleva a pescar o a ver la puesta de sol en el desagüe de la bañera o en la cumbre de un cerro hay pocos lagos en dinamarca, ella dice, y me ofrece un caramelo masticable cubierto de chocolate medio amargo, la montaña más alta de dinamarca tiene 173 metros cien veces más que tú, mi amor, y le di caramelos"

"XI no debías casarte con una subversiva que lleva una máuser debajo del poncho y calzones de algodón crudo que ve a godard y eructa coca-cola que anota en los márgenes de la página de los compendios poéticos de las ediciones gallimard “lindo!” o “how true!”

En algo Frank: "Onward to the West. Where I come from where I'm going. Indian Country. Gold. Oh say can you see Alma. The darling of Them. All her friends were artists. They alone have memories. They alone love flowers. They alone give parties and die. Poor Alma. They alone". "If I seem to you to have lavender lips under the leaves of the world, I must tighten muy belt".
En que ayer por la mañana vino Ana y trajo cruasanes. En que reímos, hicimos el amor en mi cama. Nos teníamos muchas ganas. En que este finde quiero escaparme a la montaña y voy a intentar convencerla!